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Los tipos de pasajeros que odiamos en Transmilenio

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Transmilenio es una suerte de tren de las desgracias, cuyo recorrido comienza con un pitido de alarma que anuncia que el bus va a arrancar. Luego las puertas se cierran con dificultad ante la resistencia impuesta por los usuarios que quiere entrar a toda costa. Y así, indigesto de gente, con un bramido del motor, el ‘Transmi’, como le dicen los estudiantes, o el ‘articulado’, como le dicen los policías, sigue su rumbo repleto de gente. 
Cada pasajero es un universo. Está el que ve videos cristianos de superación a todo volumen, el que se hace el dormido para no ceder su silla azul, el que almorzó fríjoles y deja escapar malos olores mientras envía por Whastsapp a su novia cuanto emoticón encuentra.
Con estos sencillos mandamientos, usted será un mejor pasajero y ayudará a que este sistema de transporte, que todos los días está a punto de colapsar, sea más llevadero.
Sapearás a los colados: en Transmilenio no aplica aquel dicho, muy colombiano, que reza: “No sea sapo”. En Transmi SÍ sea sapo. Grite cuando vea un colado, regáñelo, sapéelo. Sea el mejor sapo posible: un sapo cívico.
No te harás el dormido para no ceder el puesto: Supongamos que usted viaja muy cómodo en una silla azul. En una siguiente estación, se sube al bus una señora mayor, que incluso establece contacto visual con usted ¿Qué hace a continuación?:
1. Se levanta y le dice: “Siga, señora, siéntese”.
2. Al verla, de repente, como impactado por un dardo tranquilizador de osos, entrecierra los ojos, abre la boca, arruga la frente y recuesta su cabeza en el vidrio, o la deja caer hacia atrás.
Si la respuesta es uno, usted es un mentiroso.
Si la respuesta es dos, usted es un flojo descortés.
No orinarás: sí, no hay baño en Transmilenio. Y menos mal. Para evitar aguantadas interminables mirando al techo, recuerde lo que le decía su mamá antes de salir a paseo: “Vaya al baño antes de salir”. Recuerde: en Transmilenio usted no sabe cuándo llegará a casa. Un varada, una manifestación, un trancón inexplicable…
Esperarás a que salgan los pasajeros antes de entrar: si en el año 5000 nuestros descendientes vieran un video de la gente entrando y saliendo de Transmilenio, es poco probable que creyeran que somos seres racionales. A no ser que lo persiga una horda de zombies, deje que quienes llegan salgan del bus y vayan en paz. Ellos tienen prelación.
Evitarás los malos olores: como todavía no se inventan el aparato que descifre quién, fue, muchos aprovechan los espacios cerrados, repletos, para hacer la digestión de los fríjoles del almuerzo. No lo haga, aguante como un hombre, como un hombre educado.
No pondrás música a todo volumen: “Si necesitas reggaetton, dale”. No, ni yo ni la señora al lado suyo necesitan reggaetón. Baje el volumen al teléfono y escúchelo solo para usted.
No harás bulto: ocurre a menudo: mientras el espacio trasero del bus está desocupado, en la puerta del medio se concentra todo el mundo, como si allí estuviesen regalando plata. Aunque se halle en medio del gentío, conserve la calma, respire y busque con la mirada dónde puede acomodarse sin estorbar.
No estornudarás sin cubrirte la boca: Transmilenio es el lugar ideal para contraer el virus de temporada. ¡De por Dios!, tápese la boca. Basta con cubrir la nariz con el brazo. Nada más.
No intentarás subir cuando el bus está lleno: un meme que se hizo famoso muestra un letrero con una frase que muchos piensan, pero poco dicen en voz alta: “¿A lo bien se va a subir?”. Si en el bus no cabe ni un gnomo acurrucado, no lo intente. Si ya entró a las malas, no se ría con esa risita enervante de quien ha hecho algo malo pero “todo bien”.
No esperarás más de cinco segundos que la silla se enfríe: este va especialmente para las señoras. Si un ciudadano cívico se levanta para ofrecerle el puesto, no espere por más de cinco segundos con las piernas flexionadas. Quien le dio el puesto sentirá como un leproso en épocas de Jesús.
No te colarás: ¿necesita saber por qué no se hace? Si es de los que se sube sin pagar, usted no tiene remedio y seguro viola a menudo todos los mandamientos anteriores.
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