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De idas y venidas

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La sociedad fue educada para satisfacer a los hombres. En la Edad Media, por ejemplo, la única posición permitida por la Iglesia era la del “misionero” (como si cualquier mujer sintiera placer con eso), la finalidad de cada acto sexual era solo la procreación (como si las mujeres del Medioevo no se excitaran) y si encontraban a un hombre con una mujer que no era su esposa, la peor parte la llevaba la mujer (y todavía, si eso sucede, tildan a la mujer de “puta” y al hombre no le pasa nada). Después de 1500 años el placer de la mujer –y sobre todo el orgasmo– sigue siendo un tabú. Los hombres alardean de él como si el punto máximo de la excitación femenina fuera una responsabilidad y un premio para ellos: tres de cinco hombres consultados, por ejemplo, dijeron que durante una relación sexual su pareja tenía uno o varios orgasmos porque ellas gemían de manera fuerte y prolongada.
Lo cierto es que cada mujer siente el orgasmo de una manera diferente. Una mujer aseguró experimentar dolor de cabeza en el momento del clímax, por ejemplo. Otra habló de espasmos musculares acompañados de temblores en las piernas. Varias dijeron que en ese momento los gemidos se convertían en gritos y que las manos o las piernas se adormecían. Pero más allá de esto, pensar que el orgasmo femenino es responsabilidad de los hombres constituye una gran mentira: según un estudio de 2017 publicado en Archives of Sexual Begavior, solo el 65 % de las mujeres heterosexuales logran “venirse” durante una relación sexual con su pareja y The Journal of Sex and Marital Therapy aseguró que solo 18 % de las mujeres logran llegar únicamente con la penetración, el resto necesita (o prefiere) que haya cierta estimulación del clítoris. Una de las mujeres con las que conversamos nos contó que suele utilizar la masturbación, consoladores y lubricantes para llegar al clímax: “Cuando usé un vibrador, mis manos se adormecieron y sentí algo que nunca había experimentado con una pareja”.
El orgasmo no solo constituye alcanzar el punto G. Es un conjunto de situaciones que incluyen juegos previos, fantasías eróticas y muchas otras cosas que van más allá de la simple penetración. Otra de las mujeres con las que hablamos dijo que la clave era comunicar qué es lo que realmente le gusta: “Con mi pareja he conseguido ser multiorgásmica. He tenido varios orgasmos en muy corto tiempo. Mis amigas no han creído todo lo que he logrado con él contándole de qué manera debe llegar a mis lados erógenos”. Por eso, no olvide que para hacer llegar a su pareja necesita conocerla y escucharla. Solo así tirar no será un ejercicio de ego masculino y ambos podrán alardear de haber tenido un buen polvo.
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