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Cultura

El hambre de poder del rey de las hamburguesas

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Dirigida por John Lee Hancok (The Blind side, Saving Mister Banks), el filme El Fundador cuenta la historia de un ambicioso vendedor ambulante de Illinois, Ray Kroc, que recorre Estados Unidos ofreciendo en cada cafetería del camino un mezclador múltiple para hacer malteadas, hasta llegar a San Bernadino, en California. En ese lugar se topa un gran letrero: Mc Donalds, donde, encantado, se come la más deliciosa hamburguesa de su vida.
Kroc indaga sobre la receta y sus dueños, que resultan ser los hermanos Mac y Dick Mc Donald, quienes le dan un tour para explicarle la operación. Más tarde le cuentan la historia de cómo empezaron el negocio con una fórmula que combina rapidez, calidad y precio. Cómo empezaron a tener éxito y sobre sus esfuerzos fracasados por crear algunas franquicias en otros estados.
Ya no están interesados en crecer el negocio, dicen tajantes. Pero a Kroc (Michael Keaton) la idea se le ha clavado en la cabeza y decide adelantar una especie de adoctrinamiento a los hermanos, en el que mezcla diversos argumentos tentadores: riqueza y éxito, una próspera América tachonada con las dos emes y los aros dorados y llena de iglesias colmadas de gente buena que querrá comer la mejor hamburguesa, cada domingo.
Lograda la franquicia y la confianza de los hermanos Mc Donald, Kroc empieza a abrir pequeños restaurantes en cadena, cuidando meticulosamente la calidad del producto. Como es un vendedor ambicioso, comienza a venderle la idea a gente con mucho dinero para abrir al mismo tiempo varias franquicias. Como es de esperar, llega un momento en que Ray quiere tener más control del negocio. Dick desconfía y con razón porque después de engaños y triquiñuelas, Kroc crea una compañía que compra no sólo el lote donde se encuentra el Mc Donalds original, sino todos aquellos en donde funcionan las sucesivas franquicias que se van instalando. De este modo logra el control y se enfrenta a los hermanos, que sólo tienen el local original, mientras él tiene ya una compañía nacional.
Esta es una historia común en el mundo de los grandes negocios donde no impera propiamente la moral y las lealtades. Lo que verdaderamente importa son los resultados y las ganancias. Kroc y su mente calculadora y sin escrúpulos convirtió un pequeño local de California en una de las franquicias más exitosas de los Estados Unidos y del mundo, dejando en el camino a los creadores originales de esa gran idea bautizada después como Fast Food (comida rápida) que se impuso en todo el planeta por la rapidez de su preparación y su bajo costo. En cuanto a la calidad, podríamos recordar aquí que el famoso Chef ingles Jaime Oliver le ganó a Mc Donalds un sonado pleito en el que cuestionaba la calidad y conveniencia de sus productos para la salud humana.
La historia de esta película tiene una buena estructura y está bien contada, pero es la actuación de Michael Keaton lo que la hace memorable. Rey Kroc sí es un hombre ambicioso hasta el límite que, harto de sentirse perdedor, se olvida de la moral y hace su gran apuesta, maravillado por la idea de producir hamburguesas en 30 segundos. Luego la codicia inherente a los “tycoons”, y a tantas corporaciones norteamericanas, lanza sus dados ganadores.
En la secuencia final vemos al personaje en un traje de gala, en una mansión muy elegante, ensayando un discurso sobre su gran obra: Mc Donalds. Para entonces, Ray ha olvidado que despojó a los hermanos, ha dejado a su mujer, se ha casado con una rubia mucho más joven que él y se pavonea en medio del dinero y el éxito. El cliché americano que se repite en esos hombres que tienen un poder colosal basado en enormes fortunas que nutren su ego monumental. Cualquier parecido a la actual situación que atraviesan los Estados Unidos…es mera coincidencia.
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